15 de agosto, 2023
Se desarrolla actualmente, en la Universidad Nacional del Chaco Austral (UNCAUS, provincia de Chaco, Argentina), el proyecto de investigación “Orientalismos en/desde la Argentina: el caso de Ricardo Güiraldes, Adelina del Carril y su relación con la India”, que se propone analizar la presencia de la India y su representación en los viajes, el ideario, las prácticas y los escritos de ambos, en el marco de las relaciones de los países del Sur.
Presentamos aquí una pequeña muestra de lo que hemos hallado hasta el momento.
Ricardo Güiraldes fue un escritor argentino, nacido en Buenos Aires, el 13 de febrero de 1886. Perteneciente a una familia acomodada. Se casaría en 1913 con Adelina Tiburcia del Carril, también de su círculo social. Se desarrollaría como autor de diversas obras literarias y en 1927 le sería concedido el Premio Nacional de Literatura, por su obra final Don Segundo Sombra.
En 1910, viajó a París y posteriormente visitó diversos lugares de los continentes asiático y africano, incluyendo la India, en compañía de su amigo Adán Diehl. Sumado a ese viaje, se iniciaría a través de su cuñado en lecturas relacionadas al orientalismo, que lo conectarían a distintas publicaciones sobre yoga de Madame Blavatsky, Hugo Steiner, Mabel Collins, René Guenon, Ramakrishna, etc. y otras de Ramacharaka (seudónimo del norteamericano William Walker Atkinson). Estas últimas se traducirían en una serie de prácticas allí instruidas, que Güiraldes desarrolló y comentó en lo que se publicaría tiempo después de su fallecimiento bajo el título de Diario. Cuaderno de disciplinas espirituales, el cual da cuenta de diversas actividades de distinta índole y que el autor llevó a cabo entre 1923 y 1924, los cuales permiten seguir tales prácticas.
A menudo, sus apuntes suelen estar escritos de manera esquemática, casi como si se tratase de una lista de instrucciones y tareas. Así, por ejemplo, al tiempo que comenta la realización de lecturas de textos como los de Ramakrishna, brinda los siguientes apuntes:
Ejercicios de respiración; baño con esponja y agua fría y gran respiración psíquica Yogi, acostado en mi cama (marzo 26 de 1923, en la estancia “La Porteña”, su lugar de residencia).
Levantarse a las nueve y hacer ejercicios de respiración como hasta ahora. Es decir: tres o cuatro veces-Ejercicio de la mañana (pág. 104), dos veces Respiración vitalizadora de los nervios (pág. 92), una vez expansión del pecho (pág. 102), una vez para estimular la circulación (pág. 104), una vez Estímulo de las células pulmonares (pág. 99). Según el texto de Ciencia de la respiración de Yogi Ramacharaka. Después de cada ejercicio, respiración purificadora (parte de la nota de abril 25 de 1923, en la estancia “La Porteña”).
En mi cuarto, acostado, cincuenta mantrams: “Soy un centro de poder e influencia; estoy desarrollando poderes nuevos”. Cincuenta mantrams: “Soy inmortal y no puedo ser dañado”. Cincuenta mantrams: “Soy inmortal y no puedo ser dañado ni complacido en mi cuerpo” … Leído y pensado cincuenta veces los seis mantrams de la primera lección del Raja Yoga de Ramacharaka. Los leo seguido y apoyando en el YO final…El resultado es excelente…Llego a una noción bastante precisa de mi yo real; a una convicción por lo menos, a la que se apareja la previsión de su dominio sobre mi cuerpo pasajero. Tranquilidad y alegría serena (parte de la nota de mayo 21 de 1923, en la estancia “La Porteña”).
La experiencia más atenta de la corporalidad se traduce también en su atención a diversos dolores y malestares que tenía, al tiempo que consumía diversos remedios/sustancias que funcionan en tal sentido (entre ellos, inyecciones de Curalues, sales de Epecuén, inyecciones de bismuto, friegas de Bengué, etc.). A ello asoció el consumo de alimentos específicos, que a veces resultaba parte de un régimen alimenticio dado por uno de los distintos médicos que consultaba, a lo que agregaba la aplicación de masajes (algunas veces con imágenes pránicas curativas), etc.
A ello, el autor agregó reflexiones sobre lecturas relativas a la cosmovisión religiosa-filosófica de la India, que quedaron reflejadas en otro texto publicado tras su fallecimiento, bajo el título de El Sendero. Esta obra contiene numerosas anotaciones suyas de entre 1926 y 1927, hasta poco antes de su muerte. Allí señala:
Había llegado, no sé hace cuántos años, pero seguramente arriba de diez, al sentimiento de la incapacidad humana para realizarse en el campo emocional. La guerra fue una tortura moral grande y el derrumbe de muchas ilusiones. Resumen: el hombre ante sí y ante los demás es impotente. Concluida la paz, que nada aportaba como resultado benéfico, miré hacia Oriente. Un pequeño manual de vulgarización de las teorías Yogis cayó en mis manos: el Raja Yoga del Yogi Ramacharaka. Siguieron otras lecturas. Descubrí cosas en mí. Resolví ensartar en un hilo que intitularía El sendero, las cuentas desparramadas de un rosario que había rezado en mis poemas (Güiraldes, 1977, p. 11).
Poco antes de su muerte, cierra El Sendero, con la siguiente nota: “Octubre 6 de 1927. París. ¿He tenido el más débil vislumbre de lo que se llamaría éxtasis? ¡Sí!”.
Güiraldes, quien falleció en París, el 8 de octubre de 1927 (con otro viaje planeado hacia la India, esta vez con su esposa), formó parte de aquellos círculos intelectuales que tras la Primera Guerra Mundial, en el marco de la crisis valórica occidental, miró hacia Oriente, especialmente hacia la India, y tomó de ella diversos elementos considerados positivos (en marcado contraste con visiones argentinas anteriores), dando cuenta de lo que Bergel denomina, “orientalismo invertido”, en términos de esa espacialidad que podía alimentar un proyecto de regeneración humana.
Su experiencia en el abordaje de la India permite seguir la dinámica de uno de los practicantes tempranos de yoga, a inicios del siglo XX, en Argentina, al tiempo que considerar las transformaciones y adaptaciones de la práctica yóguica en su llegada al ámbito local y las concepciones mismas de yoga. De igual manera permite profundizar el contexto de proyección internacional de la India (que habría de concretar, en el marco de las Naciones Unidas, el establecimiento de un Día Internacional del Yoga —el 21 de junio—, desde 2014) y el ámbito local de construcción social del Sur en general y de la India en particular.
Lía Rodriguez de la Vega es docente e investigadora y dirige el proyecto mencionado, del cual forman parte, como investigadores, Emanuel Obregón y Nicolás Vallejos Zacarías.
Alberto Allende
Pedro Urbano
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